‘L’Assumpció’ es el brutal debut de La Maria
Los 8 cortes producidos por Tono Hurtado con la voz de Maria Bertomeu como elemento vertebrador suponen una irresistible propuesta de evolución del canto valenciano
Maria ahonda en la profundidad del pasado, pero sirve el agua fresquísima en una vajilla nueva guarnida con ornamentos absolutamente contemporáneos
A pesar de habernos abocado al caos acústico de la sociedad postindustrial, todavía hay un sonido que nos interpela como no lo hace ningún otro. La voz humana, en efecto, y más si se nos dirige en forma de canción tradicional —con aquellos arcos melódicos emboscados en el más profundo de nuestro inconsciente y aquella melisma empotrada en oscuros códigos genéticos— dispara en nosotros resortes sensitivos insospechados, nos ataca por la vía física y la intelectual y nos puede suscitar una conmoción penetrante y duradera.Cuando el 1 de noviembre de 2021, el vídeo de la María interpretando una vieja canción de Alcàsser se hizo viral, no había pasado nada más que esto, una pequeña conmoción estética enaltecida por el efecto multiplicador de la red. La voz de La María, sigilosa, quebradiza, delicadísima, rica de atisbos y sutilidad, enamoraba a la primera escucha, reforzada por la sencillez de la canción y las amables curvaturas de su trazado musical. Educada en el canto valenciano de la mano de Xavier de Bétera — solo el topónimo ya sugiere una noble genealogía—, Maria Bertomeu había hecho suyos los secretos del oficio, había interiorizado las formas más esquivas y exigentes y las amalgamaba con su expresión ingrávida y siempre un poco dolorida.
Para su primera grabación, Maria ha querido seguir ahondando en la profundidad del pasado pero sirve el agua fresquísima en una vajilla nueva guarnida con cantos, colores y ornamentos absolutamente contemporáneos. Resulta sorprendente, en una intérprete tan joven, la madurez con que incorpora el lenguaje tradicional al discurso que quiere desplegar: una secuencia de piezas que explican la experiencia de agobio, crecimiento y asunción que vivió con la viralización y la sobreexposición pública. Seis romances, como dice ella, empotrados entre dos cortes de voz donde conversa con sus yayas, por donde acechan ahora una rueda de acuerdos con irrebatible sabor popular —lo más cultos dirían “tocados por arriba” —, hace poco un compás enfandangado con aires de malagueña, más tarde un raspido de guitarra que identificarán los amantes del canto de estilo o, para acabarlo de adobar, el eco de dos fragmentos enlazados del Misteri d'Elx que preceden una conclusión natural: la misma modesta habanera que lo empezó todo
La voz, a pesar de los los filtros que la engalanan, discurre por caminos primitivos, siguiendo la hoja de ruta de la vocalidad musical autóctona. con una expresividad deslumbrante donde no sabríais decir que tiene más peso: carisma, dicción o sensibilidad. La mezcla de sonidos orgánicos y electrónicos que lo rodea —gentileza del productor Tono Hurtado—, audaz por fuera y sustanciosa por dentro, mantiene un diálogo hipnótico que sutura las fracturas del tiempo y crea una impagable ilusión de continuidad: el ayer, el hoy y el mañana reunidos en un espacio sin reloj ni edad por el milagro epifánico de la canción.
La densidad de todo emborrona. Hay tradición y transgresión, oscuridad y chisporroteo, serenidad y espasmo. Una comunión de fuerzas antiguas y modernas puestas al servicio del sentimiento, la emoción, el escalofrío que eriza la piel y la memoria.
Josep Vicent Frechina
ESCUCHA YA 'L'ASSUMPCIÓ' DE LA MARIA
